Cuando logro mis metas, el mundo me hace Reyna. Camino hacia el espejo y me veo. La Reyna algo me tiene que decir.
Ni mi padre ni mi madre ni mi esposo, pueden juzgarme. El veredicto que más cuenta en mi vida, es la Reyna que mira hacia atrás desde el cristal. Soy yo quien me complazco, porque yo estoy conmigo siempre. He pasado mi mejor prueba, si la mujer del espejo es mi amiga.
Puedo confundir al mundo entero y recibir palmaditas en la espalda, pero mi recompensa no es satisfactoria, si he engañado a la Reyna del espejo.